miércoles, 13 de enero de 2016

Catedral de Milán

Catedral de Milán
 La Catedral de Milán (en italiano, Duomo di Milano) es una catedral gótica emplazada en la ciudad homónima. Es la sede episcopal de la Archidiócesis de Milán. Es una de las iglesias de culto católico más grandes del mundo (tiene 157 metros de largo y puede albergar 40.000 personas en su interior) y las ventanas del coro tienen la reputación de ser las mayores que se conocen.
 El plano de la ciudad de Milán, con sus calles que salen en forma de radio del Duomo o circundándolo, revela que éste ya constituía en la Antigüedad el centro de la ciudad, denominada Mediolanum. La Basílica de san Ambrosio fue construida en este sitio a comienzos del siglo V, siéndole agregada en 836 una basílica próxima. Cuando el fuego dañó ambos edificios en 1075 fueron reemplazadas por el Duomo.
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En 1386 el arzobispo Antonio da Saluzzo comenzó el nuevo proyecto en estilo Gótico radiante; hay en el edificio muchos aspectos insólitos en Italia, que pertenecen a la tradición arquitectónica gótica de Francia, como las dobles naves laterales. El inicio de la construcción, que coincidió con el acceso al poder en Milán de Gian Galeazzo Visconti, primo del Obispo, fue entendido como una forma de recompensar a la nobleza y a las clases trabajadoras que habían sido duramente reprimidas por su tiránico predecesor Bernabé Visconti.
Antes de que se iniciasen los trabajos de construcción, se demolieron los palacios del Arzobispo, del Ordinari y el Baptisterio de San Esteban, mientras que la antigua iglesia de Santa Maria Maggiore fue usada como cantera de piedra. El entusiasmo por el nuevo e inmenso edificio pronto se extendió entre la población, y el astuto Gian Galeazzo, junto con su primo, el Arzobispo, supieron recabar grandes donaciones para el progreso del trabajo. El programa de construcción fue regulado estrictamente por la Fabbrica del Duomo, institución conformada por 300 empleados liderados por el arquitecto jefe Simone da Orsenigo. Galeazzo otorgó a la Fabbrica el uso exclusivo del mármol de la cantera de Candoglia y la eximió de impuestos.
En 1389, se designó como arquitecto jefe al francés Nicolas de Bonaventure, que dio a la catedral su fuerte impronta gótica. Diez años más tarde, otro francés, Jean Mignot, fue llamado desde París para evaluar y mejorar el trabajo realizado, ya que los constructores necesitaban ayuda técnica para levantar las piedras hasta una altura sin precedentes. Mignot declaró todo el trabajo realizado hasta entonces como en pericolo di ruina ('peligro de ruina') y hecho sine scienzia ('sin saber'). En los siguientes años se comprobó que los pronósticos de Mignot fueron erróneos, pero de cualquier manera estimularon a los arquitectos de Galeazzo a mejorar sus instrumentos y técnicas.
Los trabajos continuaron rápidamente y a la muerte de Gian Galeazzo en 1402, se había completado casi la mitad de la catedral. Sin embargo, la construcción quedó estancada hasta 1480 debido a la falta de dinero e ideas: los trabajos más notables de ese período fueron las tumbas de Marco Carelli y el papa Martín V (1424) y las ventanas del ábside (hacia 1470). De las últimas, aún permanecen las que representan a San Juan Evangelista, obra de Cristoforo de' Mottis, y las de San Eligio y San Juan Damasceno, ambas de Niccolò da Varallo. En 1452, bajo el gobierno de Francesco Sforza, se completaron la nave y los pasillos hasta el sexto tramo.
Uno de los hechos más destacados de la historia de la catedral se dio a finales de la década de 1480, con la estancia de Leonardo da Vinci en Milán al servicio del duque Ludovico Sforza. El gran maestro del Renacimiento participó en las reuniones y disputas acerca del avance de los trabajos, y proyectó varias soluciones para el cimborrio, que finalmente no fueron llevadas a cabo. Se conservan varios dibujos de su mano que muestran parte de sus propuestas, como la solución de doble casco para el cimborrio, que equilibraría fuerzas en la delicada estructura del edificio. Leonardo abandonó Milán en 1499.
Entre 1500 y 1510, bajo Ludovico Sforza, fue completada la cúpula octogonal y se decoró su interior con cuatro series de quince estatuas cada una, que representan a santos, profetas, sibilas y otros personajes del Antiguo Testamento. El exterior permaneció en su mayoría sin decoración, excepto por el Guglietto dell’Amadeo, cimborrio con una alta aguja que corona el transepto, construido de 1507 a 1510 por Giovanni Antonio Amadeo. Es una obra maestra renacentista que sin embargo armoniza bien con el aspecto gótico general del templo.
En 1562 se colocaron el San Bartolomé de Marco d’Agrate y el famoso candelabro Trivulzio (s. XII).

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