Las terrazas de Yuanyang son una de
las más espectaculares creaciones humanas en el sur de China, pues a lo
largo de siglos de continuo cuidado y trabajo del arroz, la minoría
Hani ha ido modificando las laderas de las montañas entre las que se
encuentran sus aldeas para permitir el cultivo del arroz, que necesita
superficies planas, dando lugar a un sorprendente paisaje que a nadie
deja indiferente.
La región de los
campos en terrazas se extiende por 24.000 hectáreas. Subiendo desde la
orilla del río Honghe por los montes Ailaoshan, se elevan desde los 100
metros sobre el nivel del mar donde está el río, a los 2.000 metros de
las terrazas más altas. La exploración de las terrazas comienza en
Xinjie, la antigua capital del distrito, una ciudad encajonada en las
montañas a la que las mujeres Yi y Hani proporcionan un original
colorido. Xinjie está a una hora de la nueva capital, llamada Yuanyang
en los mapas, y Nansha en el letrero de algunos autobuses.
La terraza más
cercana a Xinjie es la de Bada, una de las más interesantes de la
región, en cuyo límite superior se ha construido un camino que permite
la observación de los bancales desde diferentes posiciones, pues estos
bancales son bastante anchos y se extienden bajo las montañas hasta un
estrecho valle. Un poco más allá está la de Douyinshui.
Poco después de
salir de Xinjie ya está la Terraza de Tuguocai, considerada reciente,
pero un prólogo a la visita ya espectacular, luego se puede seguir
hacia la aldea Qingkou, parando a hacer fotos en algunas pequeñas
terrazas. Un recorrido interesante consistirá en bajar a Qingkou, la
aldea Hani famosa por las casas con forma de champiñón, la mayoría
recién arregladas. Se puede pasear un poco por sus calles, pero auqnue
hay mujeres Hani vestidas con su ropa tradicional, están un poco
aburridas de las fotos de los turistas. Allí se puede coseguir un guía
(por entre 40-60 yuanes) que conducirá por los caminos que hay a través
de los arrozales, hasta la aldea Hani de Jingucun (un paseo de poco
más de una hora por un camino apto para todas las edades) o bien hasta
las terrazas de Bada (casi dos horas). Es una experiencia realmente
agradable estar paseando justo sobre las terrazas. Al llegar a
Jinfucun, un conjunto de varias aldeas Hani, curiosamente mucho menos
visitadas pero más interesantes que Qingkou, se puede subir a la
carretera para disfrutar de las vistas espectaculares de Bada.
Realmente los maravillosos paisajes que se disfrutan llegando a Qingkou
y paseando entre las terrazas, no son nada en comparación con la vista
de la inmensidad de las terrazas de Bada. Pues desde allí se ve toda
la ladera de la montaña, incluyendo algunas de las terrazas vistas por
el camino, completamente trabajada en terrazas que van descendiendo
hasta lo más profundo del valle. Es una visión única. Las curvas se van
fundiendo, bifurcando, fusionando o separando, creando paisajes
inimaginables que desafían a la razón. En medio de ellas, en la
lejanía, algún Hani trabajando solitario, nos recuerda que es un
producto del trabajo de sus antepasados. Hay que quedarse observando
las terrazas, dejar que el desafío de la curva nos posea por completo,
intentando desentrañar los misterios de esta maravilla contemporánea.
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